Horror a las 14:59

Elige tu Propia Aventura

Viernes, 14:59 horas. Desde la ventana de la oficina ves la eme30 iluminada como un árbol de Navidad, coloreada de rojo con las luces de freno de coches parados en el atasco de la salida del trabajo. Resignado, cierras el block de notas, apilas unos cuantos papeles en el lateral de tu escritorio y esperando no llegar demasiado tarde a la cita para comer con tu pareja, sujetas la solapa del MacBook dispuesto a dejarlo suspendido hasta el próximo lunes.

Cuando estás a punto de levantarte, un compañero en apuros te pide ayuda para levantar un nodo del WebSphere que se ha caído y al levantarse no se resincroniza. Es un nuevo ataque del Horror de las 14:59

Horror 1459

MWA HAHAHA!!!!

En los logs han encontrado que parece haber un problema entre el certificado del servidor y el del nodo, la configuración se ha perdido y no hay backup del keystore. Es tu compañero. Necesita tu ayuda. Tu pareja te ha pedido que llames cuando salgas, para calcular el tiempo que tardará en llegar al restaurante. Llevas toda la semana ausente, esta cita es para vosotros. No tienes tiempo que perder, eres un hombre de acción. Es  el momento de que demuestres si eres dueño de tu tiempo y de tus decisiones.

Ahora tienes que Elegir

Encrucijada

Todos los caminos llevan a Roma, lo que no deja de ser frustrante si quieres ir a Londres (Imagen de Julio Codesal)

  • Si te quedas a ayudar a tu compañero, aunque sabes que ese viernes saldrás del curro pasadas las ocho, y ya compensarás a tu pareja, pasa a la página 6
  • Si le dices a tu compañero que no le puedes ayudar y que lo sientes pero te están esperando, y a ver si así aprende a no dejar los problemas para última hora, porque siempre está igual, pasa a la página 26
  • Si le dices a tu compañero que tienes que irte, llegas a tiempo a la comida con tu pareja, pero te pasas todo el rato como un aguafiestas pendiente del teléfono y del correo, pasa a la página 12
  • Si intentas montar un comité de emergencia para que parezca que haces algo, y poder escabullirte lo antes posible y culpar del retraso al atasco, pasa a la página 10
  • Si llamas a tu pareja para intentar cambiar el lugar de la cita a uno más romántico,más caro, con mejores vistas y al que tardes menos tiempo en llegar, y te das un máximo de media hora para ayudar a tu compañero, aunque sabes que realmente estás postergando la toma de decisión media hora, pasa a la página 34
  • Si llamas a tu pareja para intentar cambiar el lugar de la cita a uno bla bla bla, después de asegurarte de que no hay pérdida de continuidad del servicio llamas al cliente para explicarle la situación, identificas un plan de contingencia en el comité de emergencia, y pasas el fin de semana pendiente del tema, pasa a la página siguiente
  • Si crees que puedes quedar bien con todo el mundo, pasa a mejor vida
  • Si no sabes qué hacer y te quedas bloqueado, lee esta página
  • Si a ti estas cosas no te pasan porque te escapas del curro a las 14:30 y además te da igual lo que piense tu pareja, no se qué haces leyendo mi blog

Recuerda

Ninguna de las respuestas es la correcta porque lo diga yo, lo diga tu jefe, lo diga tu compañero o lo diga tu pareja. La respuesta correcta es la que tú mismo determines en función de tus Valores y tus Objetivos

Si tu prioridad en la vida es tu pareja, pero decides ayudar a tu compañero, estás faltando a tus valores. Si tu prioridad en la vida es tu trabajo, pero vas a la cita con tu pareja, estás faltando a tus valores. No importa que salga bien o mal, si faltas a tus valores te estás fallando a ti mismo, y pensarás que has tomado la decisión incorrecta.

Todas las respuestas que te he planteado tienen sus pros y sus contras. Yo tengo claro cuál haría. ¿Sabes cuál escogería yo? ¿Cuál escogerías tú?

Tus Objetivos determinan tus Prioridades

Tempus Fugit

¡Ah! El tiempo, ese cabrón escurridizo. ¿Cuántas veces hemos dejado de hacer algo en la vida porque no hemos tenido tiempo? O quizá sí lo hemos tenido, lo que pasa es que se lo invertimos en otras cosas. En otras cosas a las que les hemos dado precedencia, lo que ha supuesto que hayamos tenido que elegir.

La pregunta no es saber si has elegido las cosas adecuadas, eso en general te lo dice la vida ( a los 5 minutos, o a los 5 días, o a los 5 meses..) No. La pregunta es cómo identificar la actividad adecuada para hacer, si tengo que elegir entre varias.

Mala Idea

Algunas cosas desde el principio no parecen buena idea (Imagen de pasukaru76)

La mayoría de las veces, una mala planificación del tiempo es la que hace que…

  • dejemos las cosas importantes para el final. Así que no tengamos tiempo para hacerlas, y nos sintamos frustrados.
  • no sepamos cómo encajar las nuevas tareas entre las que teníamos empezadas. Así que acabamos por no hacer ninguna.
  • nos distraigamos. Sobre todo en un mundo en que nuestro entorno está plagado de distracciones: que si el Whatsapp, que si el correo, que si los compañeros, que si el twitter, que si los compañeros, que si tu jefe, que si los compañeros… (exacto, los compañeros han salido 3 veces, los muy cabrones)
  • no tengamos claro cuándo hay que decir que sí, y cuando que no. Hay que aprender a decir No de forma elegante, colaborativa, planteando alternativas, y sobre todo, diciendo No.
  • perdamos el tiempo.
  • y luego no sepamos cómo recuperarlo. Claro, en realidad, no se puede.

Lo cierto es que uno de los conceptos más clásicos de la gestión del tiempo es la lista de tareas; las llamadas TODO List. Es fundamental tener claras tres cosas sobre las listas de tareas que quizá nunca te habías planteado hasta ahora:

  1. No son un fin en sí mismas. Están ahí para ayudarte, no para que tu único objetivo en la vida sea manejar listas de tareas.
  2. Están vivas. Son cambiantes. Asume que no vas a tenerlas actualizadas en tiempo real y vivirás más feliz.
  3. No todo tiene que estar en tu lista de tareas. Algunas cosas pueden estar en la lista de tareas de otro.

Y para finalizar, recuerda:

Consejo:La próxima vez que alguien te intente convencer de que tu vida gira en torno a una lista de tareas, piensa si puede ser que esté ganando dinero con ello.

La Pirámide de la Productivad

La clave de tu lista de tareas es su papel dentro de la Pirámide de tu Productividad. Básicamente, en la cima (base y cima en la misma frase acerca de pirámides, estoy hecho un poeta). En anteriores episodios de esta serie de artículos en los que comparto la filosofía gracias a la que Gestiono Mi Tiempo hemos hablado sobre los Objetivos y las Metas; y hemos llegado a la conclusión de que para poder llegar a un sitio, tenemos que trazar el camino que hay que recorrer.

Mal Camino

A veces dejamos que otros trazen nuestro camino, y ¡sorpresa! (Imagen de theritters)

Bien, pues el camino a recorrer, por muy corto que sea, se descompone en metas. Las metas pueden ser a corto plazo, o a largo plazo, y para lograr cumplir esas metas, hay que hacer tareas. Espero que esté claro que en esta frase estamos hablando de tus objetivos, tus metas y tus tareas.

Pongamos un ejemplo cercano: yo mismo. Me gusta el mundo de la Publicidad, quiero formarme al respecto. Encaja con mis Valores de «Aprender» y «Enredar», y en mi Objetivo de «Aumentar mi empleabilidad». Así que me planteo una meta a medio plazo, que es hacer un curso de postgrado, y eso me genera algunas tareas como pueden ser:

  • Buscar información sobre la mejor escuela de negocio para hacerlo
  • Reunir recomendaciones para mi carta de presentación
  • Matricularme
  • Ir a clase los viernes por la tarde y los sábados por la mañana durante un año
  • Que me frían a casos y prácticas

Como esa Meta está alineada con mis Objetivos y nace de mis Valores, sus Tareas son prioritarias para mí. Ahora bien, ¿significa eso que me vaya a poner ya con el tema? Posiblemente no. Tengo otro Objetivo que es mi construir mi familia, y otro que es cuidar mi forma física, así que toca conjugar cómo conseguir:

  • No desaparecer los fines de semana, que es cuando más tiempo puedo dedicar a los míos
  • No dejar de ir a nadar los fines de semana

Total, encaje de bolillos. Que sólo se resuelve si yo miro mis Objetivos y los priorizo. Cuando tenga que elegir entre ir a nadar o ir a clase, miraré mis Objetivos y veré qué es más importante. Quizá tenga que buscarme una piscina a la que pueda ir a la hora de comer, o probar la educación a distancia.

Pero así es como hay que hacerlo, o al menos así es cómo lo hago yo. Si ahora mismo me apuntase a GESCO en ESIC que me obligase a dejar de ir a nadar y no estar para mi hijo, posiblemente me sentiría muy frustrado. Aunque eso sí, habría tachado un montón de tareas de mi lista.

¡Bravo por mi lista!

#NO

TODO or not TODO

Bueno, todos tenemos claro que para organizar nuestro día a día tenemos que tener clara la lista de «cosas que hacer». Olvídate de cómo la gestiones, recuerda que si tu lista de tareas no es un fin en sí misma, el mecanismo que utilices para gestionarla tampoco. ¿Que te apañas con una Moleskine, unos símbolos para defir prioridades, y vas tachando? Perfecto, eso sí, acuérdate de tenerla siempre a mano. ¿Que te has instalado no se qué herramienta que te sincroniza las Task de gMail con el Calendar a través de un widget en el móvil? Amazing.

Eso es lo de menos. No, lo verdaderamente importante es que tu lista no podrá ser completa mientras no incluya tareas relacionadas con tu vida personal.

Mr Roboto at the Beach

Mr Roboto trabaja 24 horas al día, y ahí le tenéis, apunto de ponerle cremita a unas amigas en la espalda (Imagen de AndyWilson)

Si en tu agenda no está tu vida personal, significa que no tienes nada que hacer «después del curro»; así que no lo harás, está claro. Igual que tu agenda no puede ser exclusivamente personal, porque salvo que seas Carmen Lomana y puedas vivir de las rentas, tienes que trabajar para conseguir ingresos.

Ley Universal: Si cuando planificas tu tiempo no tienes en cuenta tu vida personal, no te extrañe que no tengas vida personal.

Para poder elegir, tus cosas que hacer tienen que estar catalogadas según el nivel de importancia que le das. Al menos utiliza tres niveles:

  1. Vital. Aquello debes hacer y es fundamental que hagas porque tiene que ver con tus Objetivos. ¿Qué es vital para tí? Si es vital estar en forma, tu tarea de ir al gimnasio, o a correr, no puedes dejarla pasar. En caso contrario, te sentirás frustrado.
  2. Importante. Las cosas importantes se deben hacer, pero si cambia tu entorno o tu circustancia, las tendrás que dejar para otro momento. Aquí lo fundamental es que cuando pospones una tarea «importante», tienes que evolucionarla a «vital»… o corres el riesgo de que se enquiste y acabe siendo un problema más adelante. Si no, quizá no sea tan Importante y sólo sea Trivial.
  3. Trivial. Las cosas triviales son aquellas que hacemos cuando nos sobra el tiempo, y que si no hacemos no pasa nada. Si te pasas el día haciendo cosas triviales es porque no tienes Objetivos en la vida. Luego no te quejes de no llegar a ninguna parte.

Efectivamente. «Vital», «Importante» y «Trivial», pero no aparece «Urgente» por ninguna parte. ¿Por qué no? Porque algo importante es aquello que tiene que ver con tus objetivos (y dale con los objetivos); mientras que algo urgente es simplemente algo que requiere tu atención. Requiere tu atención, pero ¿requiere que reorganices tu vida? ¿Requiere que renuncies a tu salud, o a tu familia, o a tu máster?

Ley Universal: Preocúpate por tener tu Inbox a 0 sólo si tu objetivo en la vida es tener tu Inbox a 0. Cosa que dudo.

Porque si todo el día te estás preocupando de cosas «que requieren tu atención» estás en medio de una grave crisis personal, lo que no sabes todavía es cuándo se va a desencadenar. Significa que nunca estás trabajando en las cosas «que son importantes para tus objetivos» y así no los vas a alcanzar. El día que te des cuenta, date por jodido (con perdón).

La pregunta clave es ¿Vives la vida pendiente de cosas urgentes que requieren tu atención? En caso afirmativo, postea por favor una foto de tu camión de bomberos 🙂

El Gen del Programador Egoísta: 2- El comercial reprimido

Este proyecto está mal vendido

Ojalá me dieran un euro cada vez que escucho que «el proyecto está mal vendido«. Junto con «en mi local funciona» es la segunda frase autocomplaciente más habitual del mundo, forma parte del acervo popular de descarga de responsabilidad. Es curioso, porque a las personas más brillantes que conozco nunca se lo oigo decir, pero bueno. Cosas mías.

A mí me encanta escuchar que un proyecto está mal vendido, y como los que me conocéis sabéis que no me callo, siempre respondo con un habitual «¿y tú cómo has ayudado para que estuviera bien vendido?«. ¡Un momento! Guardiola, ¿no estarás insinuando que los técnicos tienen que participar en el proceso de venta? ¡En absoluto! No lo insinúo, lo afirmo categóricamente.

JFK

No le preguntes a Kennedy qué puede hacer por tus proyectos, pregúntatelo a ti mismo

No me lo puedo creer. Técnicos involucrándose en el proceso de venta. ¿Pero no habíamos dicho que los técnicos son los que ejecutan y los comerciales los que venden? También habíamos dicho que los comerciales no tienen ni puta idea de lo que venden, y a lo que se dedican es ir a comer y tomar cafés con gente mientras los demás partimos teclados a base de programar. Tranquilos, en este post no voy a revindicar el trabajo del comercial (sólo faltaba)

No, este post vuelve a tratar sobre cosas que son necesarias para uno mismo, y que tengo que hacer aunque no me gusten, sea como sea, porque me acerca a mis objetivos.

¿Cómo se vende un proyecto?

En general un proyecto se vende de dos maneras: o porque alguien te llama y te lo da, o porque tienes que competir con otros para conseguirlo. En casos de proyectos TIC, la cosa va más allá. Estamos en un mundo en el que la calidad del software cada vez pesa menos como factor a la hora de la toma de decisión de compra. Especialmente en el Sector Público, donde se ven concursos en los que la oferta económica es el 60% de la puntuación. Casualmente, los responsables de esos organismos se lamentan de la baja calidad del software que reciben, de lo mal pagados que están los profesionales, de lo mal que está el sector TIC… En fin, todo muy coherente.

Camisa de Fuerza

Lo mejor es no hacer caso a las voces (Imagen de rocksss)

El caso es que acreditar la capacidad técnica parece que se ha convertido en condición necesaria, pero no suficiente; lo que significa que al final hay que hacer una oferta técnica: demostrar que se ha entendido el problema, plantear una solución que tiene sentido, identificar el equipo que lo va a lograr y poner un precio. Así que señores, si los comerciales no tienen ni puta idea de lo que venden, tendrán que ser los técnicos los que se pringuen y aporten la solución técnica. ¿Y por qué querría un técnico ayudar a conseguir un proyecto? Principalmente por dos motivos, a cual más egoísta que el anterior.

¿Quién es el dueño de mi carrera profesional?

Si no tienes claro que el dueño de tu carrera profesional eres tú mismo entonces necesitas urgentemente un choque con la realidad.

Siempre que he hecho entrevistas a candidatos me ha gustado decirles las cosas claras; y una de ellas es que no les puedo garantizar que los proyectos en los que vayan a participar vayan a ser interesantes. Obviamente, el primero siempre tiene que tener ese punto que haga que alguien deje su trabajo para empezar en un sitio nuevo. Pero una vez acabado… (porque sí amigos, los proyectos acaban) pues no se puede saber. En una empresa de software hay de todo, apuesto que hasta en la NASA tienen tanto proyectos virgueros de microprogramar vehículos de exploración en Marte como mantenimientos evolutivos del sistema de nóminas, y nadie quiere caer en el segundo.

Es sólo mío!

Aparta tus sucias zarpas de mi carrera profesional (Otra imagen de gatitos, esta es de pippy & timmy)

Eso quiere decir, que un programador egoísta que se preocupa por sus objetivos personales tiene que tener claro que no puede dejar en manos de un comercial que no tiene ni puta idea la capacidad de acceder a proyectos interesantes.

Cuarta Ley del Programador Egoísta: Si quieres participar en proyectos interesantes, no te quedes esperando a que te caigan del cielo.

Así que la próxima vez que te pidan ayuda para preparar una propuesta, destierra de tu cabeza los pensamientos autocomplacientes como:

  • No es mi trabajo. Te equivocas, construir tu curri es realmente a lo que te dedicas.
  • Estoy muy ocupado. Estás ocupado ahora, pero supongo que querrás seguir ocupado después, ¿verdad?
  • No tengo suficiente información. Bienvenido al mundo real. Ahora procesa la información que tienes, acota tú mismo el problema, deja claras esas premisas, y propón una solución.
  • No me quiero mojar con las estimaciones. ¡AJA! Ese es el verdadero problema. Lo mejor es que las estimaciones las haga otro, para así tener a alguien a quién culpar de mis problemas. Autocomplacencia en estado puro.

Si no te parece suficiente, aquí viene el segundo motivo. Es todavía más duro que el anterior.

Adivina quién se lo va a comer con patatas

Exacto. No hay mayor muestra de inteligencia (emocional o no): si vas a acabar metido en el proyecto más te vale asegurarte que se va a hacer como crees que debe hacerse, porque al final, el que va a estar metido en la trinchera vas a ser tú. Así que por lo menos, encárgate de decirle al Teniente cómo tiene que ser la trinchera, dónde hay que tender las alambradas, cuántos sacos terreros necesitas para protegerte del fuego enemigo, cómo disponer las Vickers para que tengan mejor campo de tiro, y qué vas a hacer si el enemigo usa Gas Mostaza. Si no lo piensas tú, no te preocupes, otro lo pensará por tí.

La Trinchera

Oh My God! Aquí pone que vamos a desarrollar un gestor de contenidos a medida en 3 jornadas… ¡Malditos comerciales! ¿Por qué no habrán metido un Joomla?

En general, como norma de vida, nunca pierdas la oportunidad de definir cómo debe ser cualquier puzzle en el que seas una pieza. Al final, todo el mundo opina sobre un proyecto: precisamente de eso trataba el primer título de este post. Opinar está muy bien, pero las personas con objetivos además de opinar actúan.

Quinta Ley del Programador Egoísta: Aprovecha cualquier ocasión que tengas para que los proyectos se vendan como tú crees que deben venderse.

Esta Ley tiene un Corolario:

Corolario a La Quinta Ley del Programador Egoísta: Si pudiste implicarte en la venta de un proyecto, pero miraste hacia otro lado, a nadie le va a importar lo mucho que te quejes luego.

Porque al final, el mundo de los proyectos se basa en que primero se vende y luego se ejecuta; al contrario que el mundo de los productos. Tienes dos alternativas: trabajar para conseguir llegar a tu objetivo de aprender y trabajar en proyectos cojonudos ( y lograrlo, o no), o confíar en que alguien lo va a hacer por ti (y a ver qué pasa). Sólo en una de las dos alternativas puedes llegar a tener control: espero haber dejado claro que a mí la que me funciona es la primera.

Scrum Team

«… we are here to help the developers, because inside every freakie there is a presales trying to get out…» (Imagen de eks4003)

Por último, me gustaría recordar a todos los desarrolladores (egoístas o no) que por encima de las leyes de los programadores, hay una Ley Universal de las empresas de servicios.

Ley Universal de las Empresas de Servicios: La venta nunca se para. Las ofertas se presentan se impliquen o no los técnicos que las van a hacer.

Espero que la próxima vez que os pidan ayuda para preparar una oferta seáis un poco más egoísta, penséis en vuestro propio beneficio, y lo hagáis.

Misión, Visión, Valores y Objetivos

Tus Valores

Conozco a mucha gente que siente que hay algo en su vida que no encaja. Y paradójicamente, no necesariamente estas personas trabajan como animales. Conozco a personas que trabajan muchísimo y se lo están pasando estupendamente (yo, por ejemplo) y otras personas que trabajan muchísimo y están hartos de todo. Y conozco a personas que no dan un palo al agua y se sienten desgraciados, y otras que no dan un palo al agua y están felices y contentos.

Cat doesn't fit

Se que en mi blog no encajan fotos de gatitos, pero qué queréis, este no encaja en su cesta y a las tías les gustan los gatitos (Imagen de jadakatt)

Parece por tanto que trabajar muchas horas o trabajar pocas no es lo que hace que la gente sea feliz o desgraciada. Tiene que haber algo más… La sensación de realización de una persona está directamente relacionada con la sensación de si su vida se conduce de acuerdo a sus valores.

A principios de los 90, un par de sabios llamados Robert Kaplan y David Norton publicaron un paper en la HBR que ha traído de cabeza a toda clase de empresas desde entonces. En él, declaran la importancia fundamental que tiene para el éxito de una organización definir tres conceptos:

  • Su Misión. Es decir, para qué está en el mundo; para qué alguien se ha metido en el lío de invertir tiempo, dinero y dar trabajo a otras personas.
  • Su Visión. Osea, las metas que espera conseguir y el camino que va a recorrer para conseguirlas.
  • Sus Valores. El conjunto de principios éticos que definen la cultura de la organización, y que por tanto determinan sus pautas de comportamiento.

Con eso, nos enseñaron a definir objetivos de negocio,  e indicadores (los modernos los llaman KPI) para saber si se están cumpliendo, y en caso contrario, tomar medidas.

Estoy convencido que en cualquier parte del mundo hay ahora mismo tres o más personas trabajando en definir la misión, visión y valores de alguna empresa; cientos de profesionales de Recursos Humanos redactando contenidos en intranets, newsletters y revistas corporativas para transmitirlos; miles de managers intentando que esos conceptos calen en cascada en su organización; y cientos de miles de empleados pasando ampliamente del tema.

Y lo que es peor, pasando ampliamente de saber cuáles son sus propios valores.

Groucho Marx

«Estos son mis principios; si no le gustan tengo otros» G. Marx (Imagen de stevegarfield)

Intenta pensar cuáles son tus principios. Los tuyos. Aquello que determina tu conducta. Aquello a lo que mires cuando dudes qué hacer. Por ejemplo, tu carrera profesional, tu familia, tu paz interior, tu salud, tu pasta, tus amigos, tu ocio, tu imagen personal… Tus valores son la clave. La pirámide de tu productividad se cimenta en tus valores.

Tu visión

Bien, una vez que tienes claro cómo eres va siendo hora de que conozcas y pienses en qué quieres. Que si estás convencido de que tú mismo eres tu propia empresa, hagas caso a lo que dicen los que saben de empresa y hagas tu propio enunciado de visión. Y si no estás convencido, da igual. Define tu visión. Piensa hacia dónde vas y cómo serás cuando llegues. Tu visión es tuya porque eres tú mismo el que sale en esa imagen, por tanto debe inspirarte, debe emocionarte.

Tener una visión es mirar hacia delante, es vivir conforme a lo que imaginamos, y no a lo que recordamos.

No se cómo decirlo: necesitas una visión.

One Vision

Necesitas una visión, pero recuerda que Winners Don’t Use Drugs (Imagen de Mintegui)

Tu Misión

Tu misión es tu razón de ser, es el propósito que le quieres dar a tu vida. Es la dirección que quieres seguir. Es muy fácil definir cuál es la misión de tu vida. ¿Para qué estás en el mundo? ¿Por qué haces lo que haces? ¿Qué quieres significar para otras personas? ¿Cómo quieres que te recuerden?

Tener una misión es definir un sentido para tu vida. Si tu misión es formar una familia unida basada en valores de respeto, amor y tolerancia pero trabajas 20 horas al día, siento comunicarte que estás fracasando. Si tu misión es encontrar la realización personal convirtiéndote en un referente de conocimiento técnico de todo el que te rodea, pero te pasas el día vagueando y rehuyes la responsabilidad, entonces sigue buscando, hay miles de premios.

Route 66

Si no sabes hacia dónde vas, entonces da igual el camino que tomes (Imagen de xomiele)

Tener una Misión en la vida es clave. Es la forma en la que vas a poder definir tus objetivos. Y tener objetivos en la vida no sirve de nada si no identificas los pasos que tienes que dar para conseguirlos; si no te marcas unas metas. Tener metas es marcarte un camino, unos logos; y saber medir si los has alcanzado, o no; si estás cerca de ellos o estás a años luz.

Tus Objetivos

Es importante tener objetivos en la vida. Seas quién seas y hagas lo que hagas. ¿Cómo te gustaría ser dentro de 5 años? Mucha gente no lo piensa, no se lo plantea. Tienen miedo de pensar en cómo le gustaría ser dentro de 5 años, porque eso les obliga a enfrentarse a sí mismos, a su yo interno. Con lo cual posiblemente se dejen llevar por la inercia. Con un poco de suerte una persona sin objetivos en la vida encontrará una buena corriente y llegará a algo interesante. Si no, se estancará en algún lodazal. Un día se despertará en medio del lodazal, con barro hasta las orejas, mirará al rededor y pensará ¿qué coño he hecho con mi vida?

Otras personas tienen claro lo que quieren ser dentro de 5 años, tienen un objetivo… pero no dan los pasos que les acercan a él. En medio de la vorágine de su vida, no tienen tiempo de pensar en ello. Pero luego llegan las vacaciones, y una semana en la playa viendo el mar es tiempo más que suficiente para darse cuenta de que la vida no es como pensábamos que sería. Realmente es casi peor que el caso anterior; tener un objetivo y ver que no se ha conseguido es muy frustrante.

Por último, hay personas que tienen una imagen de sí mismos dentro de 5 años, y saben distinguir qué cosas les acercan a esa imagen y qué cosas les alejan. Y como lo saben, son capaces de priorizar las diferentes facetas de su vida, también sus tareas, y gestionar el tiempo que le dedican a cada una.

He dicho 5 años por decir algo. 5 años es tiempo suficiente para fijarse unas metas, dar algunos pasos, ver el camino que se está recorriendo, y corregir el rumbo si es necesario.

Personalmente yo tengo una imagen muy nítida de mí mismo dentro de 5 años. Es muy ambiciosa, todo hay que decirlo. Pero bueno, lo importante es que la veo claramente; y además creo que sé lo que tengo que hacer para llegar a ella. Es más, veo mi vida de hoy en día y se parece bastante a cómo pensaba que sería hace 5 años. Me niego a pensar que sea una cuestión de suerte, es más, quiero pensar que he seguido un camino, que he tomado las decisiones que tenía que tomar, y que soy una persona tenaz.

Don Draper

Qué pereza me da ahora empezar a fumar, lo demás está hecho (Imagen de Christina Saint Marche)

Haz el ejercicio. Piensa en cómo te gustaría ser dentro de 5 años. ¿Cómo es tu trabajo? ¿Dónde vives? ¿Con quién? ¿Qué estarías haciendo ahora mismo? ¿Qué sensaciones esperas sentir? Coje esa foto o esa película que te has hecho de tí mismo y tenla presente en tu cabeza la próxima vez que tengas que tomar una decisión.

El Gen del Desarrollador Egoísta: 1- El programador complaciente

Acerca del Ego-istmo

Una de las cosas que más echo en falta en los técnicos es el egoísmo. Se que es una frase fácil de malinterpretar, por eso quiero explicar a qué me refiero.

En general, en el mundo técnico he tenido la suerte de trabajar por norma con personas que se dejan la piel por ayudar a sus compañeros. Siempre he defendido que todos somos muy majos para tomar unas cañas y salir de copas (alguno incluso pagamos una ronda), pero a los compañeros se les conoce bajo presión, cuando las cosas van mal, no funciona nada, empiezan a llover las hostias y entonces se ve quién se arruga y quién tiene lo que tiene que tener.

Scrum Master

Da igual que lo llames Scrum o Melé, sigue siendo una metodología ágil (Imagen de John_Scone)

También me parece fundamental, como parte del valor que aporta un profesional a su empresa, la actitud de dejar lo que se está haciendo para echarle una mano a un compañero que necesita ayuda. En MediaNet trabajo con esa clase de personas, igual que antes lo hacía en SATEC.

No entiendo nada, Guardiola, estás hablando de compañerismo y generosidad en un post que trata sobre el gen del programador egoísta; definitivamente se te ha ido la pinza; adiós.

Bueno, es que no me refiero a ese tipo de egoísmo. Me refiero al egoísmo que tiene que ver con hacer cosas que no me gustan, pero que tengo que hacer porque son necesarias para mí mismo. Y del egoísmo que tiene que ver con hacer cosas por las que no me pagan o para las que (creo que) no tengo tiempo, pero que tengo que hacer porque me gustan y si no las hago yo, las harán otros en mi lugar. Me refiero al egoísmo que viene del ego, del yo, de aquello que tengo que hacer sea como sea y cueste lo que cueste porque me acerca a mis objetivos. (Otra vez se repite la frase, acercarse a los objetivos de uno. Es la segunda que vez que la uso en el blog. No será la última.)

El  gen del programador egoísta, o mejor dicho, el poco frecuente gen del programador egoísta, se materializa claramente como recesivo en dos situaciones que seguro que todos hemos vivido alguna vez; la primera de ellas la trataré en este post (y la otra la añado a la larga lista de post pendientes)

El gen del programador complaciente

El gen del programador complaciente se manifiesta dominante frente al egoísta en todo lo que tiene que ver con pruebas e incidencias.

Los proyectos con presupuestos cerrados suelen ir bien hasta la semana antes del paso a producción, da igual que se usen metodologías ágiles o no. Todo va bien, las historias de usuario se completan, se va gestionando el cambio, a los usuarios todo les parece bien, y de repente un día alguien (generalmente el cliente) empieza a hacer pruebas y hay una estampida de incidencias que salen como setas. Por todas partes. Hasta el punto de que empiezan a tambalearse los cimientos, se comprueba con horror que el sistema está cogido con alfileres y no funciona nada.

Sprint Review

Pues en mi entorno local funcionaba (Imagen de Drakegoodman)

Cada vez que un desarrollador dice frases como «pues cuando lo probé iba bien» o «en mi local funciona«, Dios mata un gatito. Si dice cosas como «es por un micro-corte de red que hace que se pierda la conexión con la base de datos«, Dios extingue una especie tropical (además de los habituales gatitos).

Si hacemos una encuesta entre 10 personas cualquiera que se ganen la vida desarrollando software, llegaremos a la conclusión de que lo más apropiado es que el aseguramiento de calidad de un sistema lo haga alguien diferente del que lo programó, por varios motivos, entre los que destacan:

  • La persona que lo desarrolla sabe lo que se supone que tiene que hacer el sistema, y cuando prueba tiende a comprobar que hace exactamente aquello que le pidieron
  • La persona que lo desarrolla está contaminada porque sabe cómo funciona la aplicación y por tanto, los pasos que tiene que dar para probarla
  • Hay mucho que desarrollar, y no da tiempo a probar (obviamente, porque el proyecto estaba mal vendido, ya hablaremos en otro post sobre eso)
  • Desarrollar es como criar un hijo, todos los padres pensamos que nuestro chico es el más listo de la clase, todos los inputs que recibimos refuerzan esa sensación y nos cuesta ver lo contrario por nosotros mismos (en realidad hablo de oídas, porque mi hijo es el más listo de la clase)

Y aunque estoy a favor de que haya departamentos de QA que de manera independiente al desarrollo validen que esté libre de errores (o en su caso los detecten), lo ideal sería que los entregables que reciben estén como los chorros del oro; que se pudiera comer sopitas en ellos.

¿Y por qué no es así? Pues básicamente porque los cuatro motivos de antes se resumen en que el programador es auto-complaciente. Enseguida se convence a sí mismo de que todo está bien hecho, de que ha hecho lo que tenía que hacer, y si algo falla, es por culpa de otro que no hizo su trabajo bien, o no le pasó la información que necesitaba cuando la necesitaba, o que no le explicó detalladamente algo, o que no abrió un puerto en el firewall, o que le cambió una especificación dos días antes de terminarla… He llegado a oir que el error era culpa de la persona que hizo las pruebas, que no prueba bien el sistema y falla. #amazing

A lo que yo digo, vale, ¿y qué? Has hecho un desarrollo que tiene más agujeros que Bob Esponja así que da igual que le hayas echado cientos de hora de tu vida, la mala noticia es que no han sido suficientes porque todavía no has terminado: ahora lo tienes que arreglar.

Sponge QA

¿A qué te refieres con eso de Plan de Pruebas, Bob? (Imagen de gspidermac)

La auto-complacencia es uno de los peores defectos que puede tener un profesional, pero se acentúa en el caso del programador. Hay dos situaciones en la que el egoísmo debe ser la clave para sobreponerse ante la auto-complacencia, sobre todo por los devastadores efectos que tiene sobre uno mismo.

El problema de la mochila

Todos los que hemos programado conocemos el problema de la mochila; hay que hacer un algoritmo que permite tomar objetos de un determinado volumen y valor para llenPUES NO. Ese no es el problema de la mochila.

Cuando uno entra a una empresa y empieza a programar, va pasando por proyectos. Algunos serán más largos, otros más cortos; unos serán un reto, otros no tanto, y todos en general formarán parte de su trayectoria profesional. De cualquiera de ellos podrá recibir un día un correo electrónico (o una llamada, según la gravedad) indicándole que tiene que dejar lo que está haciendo porque tiene que resolver una incidencia en uno de los proyectos por los que ha pasado.

Sprint Planning

Todavía son becarios, y ya tienen sus mochilitas (Imagen de ewar woowar)

El problema de la mochila es una maldición intrínseca de las personas que se dedican al software: cuanto más avanzan en una empresa, mayor es el peso que llevan en su mochila, más posibles incidencias pueden surgir; y por tanto estadísticamente más veces va a tener que dejar de hacer algo, porque la única persona que puede solucionar un problema con garantías suele ser quién lo resolvió la primera vez.

Primera Ley Natural del Programador Egoísta. Las cosas no terminan hasta que terminan. Si quieres salir cum laude de un proyecto encárgate de que todo lo que desarrolles funcione; y cuando falle, arréglalo lo mejor posible para que puedas seguir adelante hacia tus objetivos.

La conclusión es que cuanto más riguroso seas contigo mismo y con tu desarrollo; es decir, cuanto menos auto-complaciente seas, menos peso llevarás en tu mochila.

Sísifo Consulting

La segunda derivada de la auto-complacencia en el desarrollo es el temido Síndrome del Proyecto Sísifo. Como todos sabemos, Sísifo era un rey que quería vivir eternamente, engañó a los dioses mientras pudo hasta que le trincaron, momento en el que le condenaron a subir una piedra hasta lo alto de un monte. Lo que pasa es que al llegar a la cima, volvía a caer hasta la base; y así por toda la Eternidad.

Sisifo Consulting

Ánimo, otro empujoncito y vaciamos el Jira (Imagen de ChuckSchultz)

En tecnología, llamamos Proyecto Sísifo a ese proyecto en el que salen errores como cucarachas, hasta debajo de las piedras, de forma que se establece un círculo vicioso que es difícil romper: no se sale a producción porque  hay errores; al no cumplir los objetivos el cliente dice que ya que estás le haces unos cambios; por la sensación de falta de rigor en el desarrollo e inclumplimiento se termina por perder la capacidad negociadora; con lo que hay que asumir los cambios; por hacerlos deprisa y corriendo para no palmar pasta surgen nuevos errores; y así sucesivamente. Por toda la Eternidad.

Segunda Ley Natural del Programador Egoísta. Si detectas que esto se va a convertir en un Proyecto Sísifo recuerda la Primera Ley Natural del Programador Egoísta.

Que yo sepa, sólo hay 3 maneras de salir del Proyecto Sísifo:

  • Abandonar, como las ratas y los cobardes. Opción descartada, salvo para las ratas y los cobardes.
  • Salir con los pies por delante. El fracaso no es una opción.
  • Pensar en uno mismo, ponerse las pilas y hacer bien las cosas, porque nadie más lo hará por ti. El egoísmo es la única salida.

La conclusión es que cuanto más riguroso seas contigo mismo y con tu desarrollo; es decir, cuanto menos auto-complaciente seas, más probabilidades de que el resultado de tu trabajo sea un éxito para tu cliente, para tu empresa, y por tanto, para ti mismo.

Se egoísta: piensa en tí mismo. Ojalá cada vez hubiera más gente convencida de que la auto-complacencia es uno de los mayores enemigos de la realización personal.

Tercera Ley Natural del Programador Egoísta: Si no te das una patada en el culo de vez en cuando, alguien lo hará por ti. Y te va a doler más.

Otro día escribiré sobre otra situación en la que las personas sacrifican aquello que les acerca a su objetivos. Mientras tanto, puedes aprovechar la sección de comentarios para decirme si eres o no un profesional auto-complaciente, si llevas mucho peso en tu mochila o si estás a punto de que la piedra llegue a la cima de la montaña.

Me encanta que los planes salgan bien

El otro día, cuando hablábamos del Síndrome de la Semana Antes de Vacaciones, dejaba la reflexión acerca del tiempo en la importancia de tener claros los conceptos que determinan la capacidad de planificación del tiempo (y que resumidamente, eran tener un objetivo, conocer el esfuerzo necesario para lograrlo, saber descomponerlo en objetivos más pequeños, saber medir el grado de avance, y tener claras las prioridades). Bien, ¿eso significa que una persona que sepa planificarse es dueña de su tiempo?. Obviamente, no. Como dijo el Generalfeldmarschall Helmuth von Moltke en el siglo XIX, «Ningún plan resiste el contacto con el enemigo» (cita que por otra parte se atribuye erróneamente a Patton)

George Patton

Patton fue el que dijo «Lead me, follow me or get out of my way» (Imagen de cliff1066)

Y es que porque por desgracia nunca seremos del todo dueños de nuestro tiempo. Una persona que se desplace en trasporte público podrá verse afectado por una interrupción del servicio, algo que en Madrid por ejemplo nos pasa con frecuencia (debido a aquellos trabajadores que consideran que para hacer valer sus derechos, tengo yo que perder los míos). En cambio, el que se desplaze en coche por Madrid se las verá todos los días con el tráfico y los atascos, las rutas escolares, la doble fila de los colegios y la carga y descarga, etc. O necesitamos a una persona para realizar un trabajo y se pone enfermo. O llama un cliente y pide que le preparemos la super oferta del siglo para mañana. Etc.

Ley Natural: Hay acontecimientos que podemos controlar, pero creemos que no podemos. Y hay acontecimientos que creemos que podemos controlar, pero no podemos.

Por tanto, en esta línea de reflexión sobre la gestión del tiempo, cada vez toma más peso los objetivos: «tener claro qué actividades se quieren realizar». Y aunque parezca de perogrullo, haz la prueba. Pregunta a la persona que tengas al lado, «oye, ¿qué tienes pensado hacer hoy?» Algunas personas serán capaces de decir con pelos y señales todo lo que tienen que hacer en su trabajo. Otras dirán los planes que han hecho para después del trabajo. La mayoría de las personas se sorprenderán con la pregunta, y tendrán que pararse a pensar la respuesta. Sólo unos pocos tendrán claro todo lo que esperan hacer ese día.

TODO List

Qué práctico es hacer la lista de la compra en una pared (Imagen de chrisfurniss)

Pregúntatelo tú mismo, ¿qué tienes pensado hacer hoy? Porque realmente, la clave para el control del tiempo es el control de las actividades, o visto de una manera más amplia, el control de los acontecimientos. Cuando sabemos lo que queremos hacer, y damos los pasos necesarios para conseguirlo, sentimos que tenemos el «control». A veces no hacemos lo que «queremos», sino lo que «tenemos» que hacer, lo cual es normal en situaciones en las que se establecen relaciones de dependencia; como «tener que llevar a la suegra a Ikea» o «tener que trabajar porque por eso me pagan». A efectos de la organización del tiempo, no hay mucha diferencia.

Controlar el tiempo no significa tener pocas cosas que hacer, al contrario de lo que muchos podrían pensar. Controlar el tiempo tampoco significa reducir las actividades a lo esencial. ¿Lo esencial según quién? Una persona puede ser muy activa, y hacer muchas cosas; y si las tiene bajo control, tendrá confianza en sí mismo y sentirá que lleva la batuta de su vida. Una persona que no tiene el control de sus actividades, sino que son estas las que le controlan a él, se sentirá frustada precisamente porque es su entorno (no necesariamente el laboral, puede ser el personal) el que le dirige.

Planificar no es nada más que poner en secuencia las actividades que una persona quiere / tiene que hacer. Para ello hay que saber qué se quiere hacer, y cuáles son aquellos asuntos más importantes, los que por unos motivos que sea no pueden esperar. Es decir, hay que establecer un criterio para ordenar la secuencia. Y ser capaces de reaccionar ante los imprevistos, como decía Von Moltke. Periódicamente hay que revisar las tareas, reordenardas, asumir los cambios en las prioridades, y replanificar. Algunas claves para hacer una buena planificación son:

  • Ponderar las tareas con respecto al tiempo que tenemos para hacerlas. De forma coherente, ya que la Ley de Parkinson establece que las tareas tienden a durar el tiempo que hemos previsto que van a durar, aunque puediera ser menos. Una vez que decimos que algo hay que hacerlo el miércoles, posiblemente acabemos haciéndolo el miércoles. Esto lo sabe cualquiera que haya tenido que presentar un trabajo o estudiar para un examen 😉
  • Establecer metas diarias concretas. Descomponer una tarea muy pesada en otras más pequeñas es una buena manera de hacerla más llevadera. O por lo menos, de comprobar nuestro avance, lo que psicológicamente siempre es una ayuda. Y además, permite adaptarnos a las interrupciones.
  • Asignar una prioridad a las tareas, y saber modificar (o no) esta prioridad cuando aparecen imprevistos y tareas nuevas.
  • Anticiparnos a los obstáculos. ¿Qué cosas pueden impedir que hagamos una tarea, y por tanto, qué cosas pueden alterar nuestra planificación? En la medida en que podamos anticiparnos, podremos ser capaces de reaccionar.
  • Revisar el grado de cumplimiento de los objetivos durante el plazo que se ha fijado para su consecución. ¿Nos estamos acercando? ¿Hay cosas que nos alejan?
Hannibal Smith

Col. Hannibal Smith. 98 capítulos de planificación maestra (Imagen de comentandopeliculas.blogspot.com)

Y aún así, hay muchas personas que eligen no hacer planes. No tener objetivos, ni identificar sus tareas. Prefieren ser reactivos, y su gestión del tiempo consiste en responder a estímulos. Un estímulo puede ser la última petición de su jefe, el último capricho de su pareja, o la última oferta de LastMinute.com.

En general, hay personas que no quieren pensar sobre las actividades que tienen que hacer porque eso les obliga a pensar en sus objetivos; dejarse llevar por el carpe díem es una forma de vida como otra cualquiera. En realidad, da igual que una persona que no tenga claros sus objetivos, se irá encontrando con cosas que hacer, y esas cosas que hacer se le acumularán en su  lista de tareas. Quizá el plan no sea a medio ni a largo plazo, pero hay siempre hay un plan, aunque sea el plan de no tener un plan.

Omaha Beach Landing Diagram

Planificación de los desembarcos en los cuatro sectores de Omaha Beach (Del Proyecto HyperWar en iBiblio.org)

A modo de conclusión. Cuando planificamos el momento en que queremos hacer algo, estamos marcándonos un objetivo. Y cuando a uno de esos objetivos le asignamos la importancia que tiene para nosotros, le estamos dando una prioridad. Cuando todos los objetivos tienen una prioridad, hemos establecido una planificación.

En general, se acepta que la clave para la gestión del tiempo es la gestión de la prioridad, pero no de la prioridad de cualquiera, sino de nuestra prioridad. Y para poder hacerlo, tenemos que asumir y descubrir  los criterios que cada uno de nosotros usaremos para definir nuestras prioridades; y eso es algo que no podemos dejar que haga otro en nuestro lugar.

Axioma universal (segundo aviso): Si no tienes un plan, posiblemente formes parte del plan de otro. Y adivina lo que tiene pensado para ti: no mucho, y nada bueno

Habrá personas para las que la diversión será su principal prioridad, para otras será su pareja, o su familia, o su trabajo, etc.. Nadie, salvo uno mismo, puede decir que una es mejor o peor que otra, pero cada uno tenemos que tener claro cuáles son nuestras prioridades. Por que la frustración viene cuando no gestionamos nuestro tiempo de acuerdo a nuestras prioridades; cuando nuestra prioridad es «la familia» y estamos «12 horas trabajando». O cuando nuestra prioridad es «el trabajo» y estamos «esperando que nos llamen»

En la próxima entrada hablaremos de cómo tenemos que tener claro nuestros objetivos para poder establecer nuestras prioridades.

El Síndrome de la Semana Antes de Vacaciones

Pregunta: ¿Alguna vez habéis sufrido el síndrome de la semana antes de vacaciones?

Consiste en que la semana antes de coger vacaciones es con diferencia la más dura hasta la fecha; acumulamos trabajo porque todo el mundo nos pide cosas que hay que terminar antes de que nos vayamos. Y nosotros, con ese sentimiento de culpabilidad de los vencedores (osea, de los que se van de vacaciones mientras el resto de pringaos compañeros se queda pasando calor), resolvemos todos los temas que podemos; y los que no, los dejamos lo más «encarrilados» posible.

Si nunca te has ido de vacaciones pensando en «debería haber terminado no se qué» o «no he hablado con fulanito para decirle esto otro» entonces:

  1. tienes un nivel de responsabilidad bajo en tu organización y nada de lo que hagas influye en sus resultados
  2. tienes mucha responsabilidad en tu organización, pero estás esperando que te despidan para cogerte un año sabático
  3. vives de las rentas en una vida de lujo y glamour y necesitas unas vacaciones para reponerte de las vacaciones
  4. trabajas en una plantación de algodón y no sabes lo que son las vacaciones
  5. eres el Amo de la planificación. Entonces deja de leer estos post y haz algo más productivo

Pero si el síndrome de la semana antes de vacaciones es duro, peor aún es el síndrome del día de la marmota a la vuelta de vacaciones.

Día de la Marmota

Phil, pensaba que te dije que acabases esta propuesta durante mis vacaciones

Exacto. Después del achuchón de la semana antes de vacaciones, cuando volvemos dos o tres semanas más tarde, las cosas estan igual que cuando nos fuimos: no ha pasado nada, los proyectos no se han cancelado, el cliente no ha puesto una demanda, la empresa no ha cerrado, no han muerto niños en el Tercer Mundo, ect., por algo que hayamos dejado de hacer. Nuestras responsabilidades nos siguen esperando, solo que dos o tres semanas más tarde, junto con otras nuevas que han ido creciendo en nuestra ausencia. ¿Seguro que algo que nos puede esperar tres semanas era tan importante?

Ley Natural. Da igual cuanto trabajo adelantes currando los fines de semana, el lunes habrá más esperándote.

Hay muchas otras situaciones similares en las que es fácil darse cuenta de que dedicamos mucho tiempo a actividades que nos hacen sentir que estamos perdiendo el tiempo. O situaciones en las que para lograr cumplimentar tareas aparentemente sencillas, invertimos más tiempo del que deberíamos por culpa de los «fuegos» del día a día.

Ley Natural. Una actividad hecha sin interrupciones y en concentración es más eficaz que otra en la que se producen interrupciones.

Como suelo decir, me gustaría ser bombero, pero por desgracia no lo soy.  Es una metáfora que durante mucho tiempo he usado para defenderme cuando otras personas trataban de imponerme su urgencia y su falta de planificación, distrayéndome de aquello que era importante para mí.  No soy bombero, así que no me paso la mañana sentado en un banco al sol, charlando con mis compañeros y viendo pasar a las chatis señoritas; esperando a ver si suena la sirena, para ponerme el casco y salir corriendo y entrar en acción (con todo mi respeto y admiración hacia los bomberos #respect)

La realidad es que todos tenemos muchas cosas que hacer de todo tipo, más de las que podemos al cabo del día, y eso signfica que necesito tener en cuenta cuáles hago, porque esas son las que impiden que haga otras.

Ley de Pareto aplicada al tiempo. Con el 20% de nuestro esfuerzo producimos el 80% de nuestros resultados.

Según el diccionario de la RAE, el tiempo es:

2. Magnitud física que permite ordenar la secuencia de los sucesos, estableciendo un pasado, un presente y un futuro.

Por una serie de cuestiones apasionantes relacionadas con la astronomía y los egipcios, un «día» tiene «24 horas», y las tenemos que dedicar a actividades de todo tipo, entre las que están las laborales, pero muchas otras como nuestras relaciones personales, aficiones, familia, etc. La propia naturaleza del tiempo nos dice que es finito y por tanto limitado. Las actividades que queremos hacer tendrán una «duración», lo que significa que tendrán una magnitud de tiempo; hacer una llamada telefónica es algo que a priori puede durar «poco tiempo»; sin embargo la persona con la que queremos hablar puede no estar disponible, y esa actividad habrá que posponerla. Otra actividad como aprender a tocar la guitarra como un virtuoso puede durar toda una vida,  por tanto habrá que descomponerla en otras menores, planificarlas y retomarlas con cierta periodicidad (por ejemplo, una vez a la semana)

Así que cuando tenemos una serie de cosas que hacer, la propia esencia del tiempo nos dice que no podemos hacerlas todas a la vez, y que por tanto es necesario fijar la prioridad de dichas actividades. En general, podría decirse que para que una persona pueda tener hasta cierto punto el control de su tiempo deberá:

  • tener claro qué actividades se quieren realizar.
  • saber cuánto «tiempo» requieren dichas actividades.
  • saber descomponer aquellas actividades cuya duración no le permita completarlas a lo largo del día en otras menores.
  • saber medir el avance de una actividad para controlar si ha terminado o no, y en caso de que no, si le va a llevar más tiempo del que pensaba.
  • y por supuesto, tener clara la prioridad de cada actividad, para que en el hipotético caso de que al cabo del día no podamos hacer todo lo que nos gustaría, saber dónde hay que centrarse y donde no.

Esta serie de habilidades son las que habitualmente se asocian a los conceptos «organizar» o «planificar«; una persona que sea capaz de planificar su tiempo podrá (hasta cierto punto), saber qué actividades tiene que hacer e ir sacándolas adelante; mientras que alguien que no lo sea, no podrá, o no hará las actividades apropiadas.

En próximos post espero compartir con vosotros en qué consiste la planificación del tiempo.

Down the Rabbit Hole

… suddenly a White Rabbit with pink eyes ran close by her. There was nothing so very remarkable in that; nor did Alice think it so very much out of the way to hear the Rabbit say to itself «Oh dear! Oh dear! I shall be too late!» (when she thought it over afterwards it occurred to her that she ought to have wondered at this, but at the time it all seemed quite natural); but, when the Rabbit actually took a watch out of its waistcoat-pocket, and looked at it, and then hurried on, Alice started to her feet…

Alice’ Adventures in Wonderland, Lewis Carroll

Hace unos cuantos años, adornaba una de las paredes de mi puesto de trabajo con una hoja que, a modo de instrucciones de seguridad de un avión, proponía una seríe de principios para superar el síndrome de la «falta de tiempo crónica». Con personajes y estilismo al que acostumbramos a ver en las Safety Instructions, planteaba una serie de situaciones o actitudes «erróneas» enfrentadas a una alternativa «adecuada» que permitía vivir de otra manera.

Me ha costado mucho recuperar esa imagen (incluyendo rastrear en varios CDs y DVDs de backups, en archivos de correo electrónico; varias búsquedas infructuosas en Google, etc.) (otro día hablaré del Síndrome de Diógenes Tecnológico) hasta que alguna asociación de ideas con el tortel que me he desayunado en Mallorca me ha llevado al nombre de la gente que lo había editado: una organización que responde (o respondía) al nombre de «web espiral» con la que al parecer colaboraba alguno de mis antiguos compañeros de universidad.

Falta de Tiempo Crónica

Falta de Tiempo Crónica – La Web Espiral

Lo cierto es que, aunque esta imagen ha estado muy presente en mi vida durante varios años, nunca me ha influido demasiado. Al menos de manera positiva. Era una especie de recordatorio que tenía presente, cuando me veía desde fuera a mí mismo currando a las tantas de la noche, esa imagen estaba ahí para recordarme que algo estaba haciendo mal. ¿O no? En realidad, algunos de los comportamientos que planteaba como «negativos» desde mi punto de vista no eran incorrectos, y no los compartía en absoluto.

Por ejemplo, por mi forma de ser, me gusta estar activo, tener cosas que hacer, y meterme en todos los charcos. Si alguien me dice que para que mi vida sea de otra manera, que tengo que limitar mis actividades a lo esencial, posiblemente me sentiré frustrado. También dice que no hay que afanarse en «tener» bienes materiales, sino en desarrollar la riqueza interior. Pero ¿cómo desarrollar la riqueza interior si uno no vive en las condiciones mínimas en las que le apetece vivir? ¿renunciar a esas condiciones va a darme más tiempo? ¿Y qué si lo hace?

Me pasa lo mismo cuando alguien me dice que no debería vivir en el centro de Madrid; que debería irme a la Sierra, a un chalet con parcela. Hay personas que en esa imagen ven tranquilidad, paz y aire libre; y otras que vemos aburrimiento, necesitar el coche para todo, y convertir tu ocio en visitas a maxi Centros Comerciales. Lo importante no es cuál de las dos visiones es la correcta, porque ninguna es correcta o incorrecta; es algo que depende de cada persona, y nadie tiene derecho a decir si hace bien o hace mal. Lo importante es que cada persona pueda elegir dónde y cómo quiera vivir, y conseguirlo, claro.

Pues con el tema de la «Falta de Tiempo» pasa exactamente lo mismo. Posiblemente todos nos hemos sentido alguna vez como el Conejo Blanco, corriendo de un lado para otro mirando el reloj y murmurando que llegamos tarde a algún sitio. En general, últimamente yo llego tarde a todos. Nadie, a parte de uno mismo, puede decidir si está o no perdiendo el tiempo, o invirtiéndolo de manera incorrecta.

White Rabbit checking watch

«Oh dear! Oh dear! I shall be too late…», Sir John Tenniel

Durante una época reciente de mi vida, llegué a la conclusión de que podía pasarme toda mi semana laboral simplemente atendiendo el teléfono, contestando correos, y persiguiendo a otras personas para que hicieran lo mismo. El problema era obviamente que no me pagaban por eso. Por lo tanto, tenía que buscar tiempo de donde fuera para hacer aquellas actividades por las que sí me pagaban. Aquello era frustante, no porque estuviera todo el día haciendo cosas; sino porque no estaba haciendo las cosas adecuadas. Cada vez que leía frases como «no hay que dejar lo Urgente por encima de lo Importante» me ponía de mala hostia, porque la mayor parte de las veces era otra persona (habitualmente un jefe) la que decía qué era Importante, y qué era Urgente para mí.

Ley Natural: El tiempo es un recurso limitado. Debemos emplearlo en lo que es importante para nosotros.

Un día, tuve la ocasión de viajar a Baltimore, con motivo del congreso de partners de una empresa con la que colaboraba. Pero eso me suponía perder una semana de trabajo, y estaba tan ocupado. Era responsable de un proyecto en un cliente, y esa semana había que presentar una entrega. En aquél momento me parecía más importante… Así que al final me perdí el congreso de Baltimore, y la entrega de aquella semana fue otro hito más en el proyecto. En aquél momento, me parecía lo correcto; pero visto en perspectiva, me arrepiento de haberlo hecho. Ni el viaje ni la entrega han sido hechos determinantes en mi vida, pero si me hubiera ido a Baltimore al menos me lo habría pasado mejor y habría visto sitios en los que nunca había estado. Después de aquella entrega vino otro retraso, nuevas dependencias, nuevas historias y al final todo siguió ese ciclo de vida que se da en el mundo del software que consiste en que todo es tan importante y tan urgente que nada es importante y nada es urgente.

Ley Natural. Las prioridades de las personas cambian.

Y aún así, desde mi punto de vista, lo peor no es ese sentimiento de tener muchas cosas que hacer y poco tiempo para hacerlas; sino que la mayor parte de las veces todas esas cosas que me distraían de lo que realmente tenía que hacer, porque era lo que se esperaba que hiciera; y me dejaban con la sensación de que el esfuerzo y la renuncia no habían servido para nada. Bueno, y lo que es peor, que el esfuerzo de otras personas con las que colaboraba, tampoco. Es decir, al final extendía a mis compañeros el problema. Sentimos que no somos dueños de nuestro tiempo, y encima a veces nos hacemos dueños del tiempo de los demás.

En general seguro que todos tenemos muchas cosas que hacer, más de las que podemos al cabo del día.  En el ámbito laboral, en el personal, familiar, en nuestro ocio… Y nadie nos puede decir cuáles son o no son las que tenemos que hacer primero. Con matices, claro está. Las personas que trabajamos por cuenta ajena y tenemos jefes… Ah bueno, y los que son autónomos pero tienen clientes… En realidad es lo mismo.

Axioma Universal. Si no tienes un plan, posiblemente formes parte del plan de otro. Y adivina lo que tiene pensado para ti: no mucho, y nada bueno

Los únicos que podemos gestionar nuestro tiempo somos nosotros mismos, y para ello, necesitamos tener claro una serie de conceptos y principios.

Espero que podamos compartir reflexiones sobre ello a lo largo de algunas entradas, relacionadas con la etiqueta «Tiempo»