– Ender Wiggin, si se tratara simplemente de elegir el futuro mejor y más feliz para ti, te aconsejaría que te quedaras en casa. Quédate aquí, crece, sé feliz. Hay cosas peores que ser un Tercero, hay cosas peores que tener un hermano mayor que no se decide entre ser un ser humano o un chacal. La Escuela de Batalla es una de esas cosas peores. Pero te necesitamos. (…) Necesitamos lo mejor, y lo necesitamos pronto. A lo mejor no nos sirves, o a lo mejor sí. A lo mejor te rompes ante tanta presión, a lo mejor ello arruina tu vida, a lo mejor me odias por haber venido a tu casa hoy. Pero si hay una sola posibilidad de que por estar tú con la Flota, la humanidad sobreviva y los insectores nos dejen en paz para siempre, entonces te voy a pedir que lo hagas. Que vengas conmigo.
– Tengo miedo – dijo Ender en voz baja- , pero iré con usted.
Orson Scott Card, «El Juego de Ender», Ediciones Z
A veces nos resistimos al cambio, porque nos da miedo que nos lleve a un lugar peor. Pero el cambio puede llevarnos a un lugar mejor. ¿Y tú? ¿Qué podrías hacer? ¿Quién podrías ser si no tuvieras miedo?
Todos hemos visto The Empire Strikes Back. Todos sabemos que Luke estaba a punto de tirar la toalla porque no se hacía con la Fuerza. Entonces el Maestro Yoda le dijo una de las frases de StarWars que ha pasado a la historia. Es más, ha escapado del acervo cultural más o menos freak, y se ha incorporado como cita inspiracional que se aplica al Management, al Coaching, a la Motivación. Incluso se estampan camisetas.
Do. Or do not. There is no try (Yoda)
Pues perdonad que os diga, pero yo me rebelo contra esa frase. ¿Quién se ha creído Yoda que es para negarnos el derecho a fracasar? Y peor aún, ¿Quién se ha creído Yoda que es para negarnos el aprendizaje de nuestros errores? ¿O de los errores de los demás (que es como menos duele aprender)? Precisamente él, que parece que la cagó pero bien como Gran Maestro del Consejo Jedi cuando lo de Palpatine.
¿Cuántas personas hay por ahí que se han puesto esa frase en su estado del Facebook, o del Google Talk, o del Messenger? Y se han creído que las cosas o se hacen o no se hacen, pero no se intentan.
Chorradas.
But I tried, didn’t I? Goddamn it. At least I did that
Yo soy más de la cuerda de McMurphy, Jack Nicholson en «One flew over the cuckoo’s nest» (película que por cierto se llevó en 1975 los 5 Oscar Principales, algo que no volvió a ocurrir hasta The Silence of the Lambs en 1991) De esa escena en la que reúne a todos los internos del centro y les dice que no sabe el resto, pero que él se va a largar a tomarse unas birras al pueblo. Y que pueden venirse con él o quedarse a ver qué dispone la Enfermera Ratched. Es más, organiza una porra para ver quién apuesta por él o contra él.
Total que McMurphy se agarra a la máquina del agua, con intención de arrancarla del suelo y tirarla por la ventana, bajo la atenta mirada de los demás. Alguno incluso se mofa de él cuando no lo consigue. Y así transcurre la escena, que dura más de un minuto. En el que Jack Nicholson se retuerce para desmontar la máquina. Pero no hay manera, oye. No lo consigue. Fracasa.
Cuando se va, con la cabeza gacha, le dice al resto de internos:
But I tried, didn’t I? Goddamn it. At least I did that. (R. P. McMurphy)
Precisamente a raíz de esa muestra de determinación e iniciativa, el resto de internos empieza a ser consciente de su capacidad de decidir y comienzan tímidamente a rebelarse contra el férreo control que la Enfermera Ratched lleva de sus vidas.
Yo prefiero esa actitud de determinación vital e inconformismo a toda costa, frente a la superioridad mística del Maestro Yoda. ¿Y tú? ¿Prefieres intentarlo o te conformas con no hacerlo?
PS- En vuestros comentarios podéis obviar que a McMurphy le hacen una lobotomía. ¿Y qué? Luke se enamora de su hermana, pierde una mano y mata a su padre.
El 25 y 26 de Junio de 2013 MediaNet Software organizó el Encuentro «Empleos de Futuro» dentro del programa de Cursos de Verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
La verdad es que fueron unos días de lo más interesantes: al final el Encuentro es una excusa para desconectar del día a día, cambiar de ciudad y juntarte dos o tres días con personas innovadoras,dinámicas y muy inteligentes con las que habitualmente no puedes pasar ese tiempo de calidad. Es la segunda vez que MNS organiza esta clase de encuentros, y al final todas las personas a las que les proponemos ir de ponentes coinciden en que estos días les sirven para inspirarse, coger ideas, y pensar. Y encima en Santander, una ciudad encantadora, en el Palacio de la Magdalena. Son todo ventajas. Lo peor es tener que salir a cenar y tomarse un par de copas todos los días; las sesiones de Thinktonics y Ronstormingson agotadoras 😉
He hecho un pequeño ejercicio de intentar resumir en 1 tweet el aspecto más destacado de la exposición de cada ponente, según su relevancia en las redes sociales. Por eso es una presentación de 14 tweets. Eso no quiere decir que no hubiera otros aspectos de las intervenciones más importantes, o más significativos. En general, los vídeos del Encuentro están disponibles y cada cual podrá sacar sus propias conclusiones. Simplemente, estas son las mías.
Por supuesto que lo tienes. Eres un delincuente. Los delincuentes siempre tienen derecho a permanecer en silencio. (…) Entérate de una vez: un inspector de policía, que cobra por meterte en la cárcel, te está explicando que tienes el derecho absoluto de cerrar el pico antes de que digas una idiotez.
«Cualquier cosa que diga o escriba podrá ser usada en su contra ante un tribunal». Tío, colega, despierta de una puta vez. Que te están diciendo que hablar con un policía en una sala de interrogatorios sólo puede causarte problemas. Si pudiera beneficiarte en algo, ¿no te parece que sería lo primero que te dirían? Se pondrían delante de ti y te dirían que tienes derecho a no preocuparte por nada, porque todo lo que digas o escribas en ese condenado cubículo va a usarse en tu favor en un tribunal. No tío, lo mejor que puedes hacer es callarte. Callarte ahora mismo.
«Tiene derecho a hablar con un abogado en cualquier momento, antes de cualquier interrogatorio, antes de contestar ninguna pregunta o durante cualquier pregunta». Y hablando de cosas útiles, ahora el mismo tío que te quiere arrestar por violar la paz y la dignidad del Estado, te dice que puedes hablar con un profesional en leyes, un abogado que se ha leído la parte que toca del Código Anotado del Estado de Maryland (…) Acepta toda la ayuda que te ofrezcan.
«Si quiere un abogado y no puede permitírselo no se le formulará ninguna pregunta y se solicitará al tribunal que le asigne un abogado de oficio.» Traducción: eres un sin techo. A los sin techo no les cobramos.
David Simon, «Homicidio. Un año en las calles de la muerte», Ed. Principal de los Libros
Todos sabéis que Dave Simon es el creador de The Wire, la serie de HBO que marca un antes y un después en la ficción policiaca moderna; como hiciera en su día «Hill Street Blues». «Homicidio» es el resultado de un año de convivencia en la Unidad de Homicidios del Departamento de Policía de Baltimore, una mirada descarnada al oficio de resolver un crimen; algo que va más allá de un trabajo por turnos, con seguro médico y vacaciones pagadas. El capítulo en el que durante 17 páginas vivisecciona la puesta en escena que acompaña el proceso de un interrogatorio policial es sencillamente sublime. Y la principal conclusión que arroja es que te aferres a tu derecho a permanecer en silencio; porque cualquier cosa que digas o escribas será usada en tu contra ante un tribunal.
Si estamos verdaderamente convencidos de orientar nuestra compañía hacia las necesidades individuales de nuestro cliente, entonces no podemos apoyarnos en manuales de proceso e instrucciones que llegan de las distantes oficinas de la Corporación. Durante esos 15 segundos de oro tenemos que dar la responsabilidad de ideas, decisiones y acciones a la gente que pertenece a SAS: empleados, asistentes de vuelo, encargados de equipaje, y todos los demás empleados de primera línea. Si tuvieran que mirar hacia estratos más altos de la organización para tomar decisiones sobre un problema concreto, entonces esos 15 segundos de oro desaparecerían sin respuesta, y habríamos perdido la oportunidad de conseguir un buen cliente.
Jan Carlzon, «El Momento de la Verdad», Ediciones Díaz de Santos
— (..) A veces, me deslizo a hurtadillas y escucho en el «Metro». O en las cafeterías. Y, ¿sabe qué?
—¿Qué?
—La gente no habla de nada.
—¡Oh, de algo hablarán!
—No, de nada. Citan una serie de automóviles, de ropa o de piscinas, y dicen que es estupendo. Pero todos dicen lo mismo y nadie tiene una idea original. En los cafés, la mayoría de las veces funcionan las máquinas de chistes, siempre los mismos, o la pared musical encendida y todas las combinaciones coloreadas suben y bajan, pero sólo se trata de colores y de dibujo abstracto. Y en los museos… ¿Ha estado en ellos? Todo es abstracto. Es lo único que hay ahora. Mi tío dice que antes era distinto. Mucho tiempo atrás, los cuadros algunas veces, decían algo o incluso representaban a personas.
Doc aparece con un Lamborghini Countach rojo sangre (…) A John le molesta, porque los polis odian tales muestras de ostentación. Los incorruptibles piensan que les estás restregando las ganancias por las narices (…) a los de la división no les gusta que hagas alarde porque los ciudadanos ven lo que consideran traficantes de drogas completamente a su aire (…) los polis que tienes comprados te ven conduciendo un carro de 300.000$ y piensan que a lo mejor no les estás pagando lo suficiente.
Don Winslow, «Los Reyes de lo Cool», Ed. Mondadori