El Triunfo de Moss

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Hello, IT.

La puerta del ascensor no se abre del todo cuando llegas al sótano. Las luminarias parpadean, hay chorros de vapor y se oye de fondo el ruido de unas máquinas. ¿Qué máquinas? Cualquiera. Las de mantenimiento. Al final de un oscuro pasillo se llega a una habitación sucia y desordenada, donde cajas de cartón vacías, moldes de poliespán, monitores, teclados, discos duros y cables se amontonan en estanterías de metal. Los esqueletos de torres de sobremesa se alzan entre pilas de papeles, repisas y archivadores, una suerte de cementerio donde van a morir los navíos que naufragaron en el mar de los sargazos. Los pocos espacios libres que hay los ocupan figuras de colección de series de manga y superhéroes. En esa sala malviven «los informáticos».

“Nadie nos respeta ahí arriba. Nadie. Nos tratan como esclavos.”

Es el 3 de febrero de 2006. Se acaba de estrenar “The IT Crowd”. La serie que muestra la vida de los informáticos de una corporación multinacional de inversiones. La serie en la que dos desgraciados, el cínico Roy y el introvertido Moss, hacen de estereotipo del ingeniero informático. Personas que han fracasado en sus relaciones sociales y en su vida profesional, con un trabajo alienante donde no hay aprendizaje, ni proyección ni carrera. Mal remunerado y sin prestigio. En una empresa que les considera un mal necesario con el que hay que convivir. Jen, la nueva Directora del Departamento de IT, no sabe de ordenadores, pero sabe de personas. Encuentra su lugar en el equipo porque es capaz de servir de paraguas y canalizar el descontento del resto de los empleados hacia el equipo de sistemas.

Las personas que trabajabámos en tecnología en febrero de 2006 se dividen en 2 categorías: las que se sentían identificadas con los protagonistas de IT Crowd, y las que no veían esa serie.

¿Has probado a reiniciarlo?

En marzo de 2022, la demanda de profesionales digitales supera ampliamente la oferta. Conseguir cubrir las vacantes en los proyectos es algo que literalmente quita el sueño a responsables de áreas de People y Tecnología por igual. Da igual con quién hables, no hay gente.

Sólo las catástrofes naturales como la Pandemia de Covid-19 o desastres como la Guerra de Ucrania pueden llegar a suponer un pequeño freno a la escalada, pero a qué precio. Cada vez hacen falta más profesionales. En un mundo digital, lo que limita el crecimiento de las empresas no es la falta de clientes, la falta de inversión o la falta de oportunidades. Es la falta de profesionales para hacer los proyectos.

Es un problema global, que se puede encontrar en los países occidentales por igual. En nuestro mundo conectado, la demanda es global y la oferta es global; y por eso los mercados laborales se vuelven globales y líquidos. Todos hemos oído hablar de alguien que vive en una capital de provincia de (ponga aquí cualquier comunidad autónoma y acertará) con un salario de Sillicon Valley.

De repente nos hemos encontrado con una serie de problemas que ya no parecen ser coyunturales, sino que se han convertido en estructurales.

El problema de la selección

Cada vez es más caro contratar a “los informáticos”. No sólo en términos directos (salario). También en esas cosas indirectas o intangibles como son las condiciones, la cultura de la empresa, o los proyectos. Hay tantas oportunidades que los profesionales pueden elegir. ¿Quién elegiría trabajar en un sótano mierdero y mal ventilado? Malas noticias para Reyholm Industries.

Hoy es 27 de marzo de 2022 y me sorprendo cuando escucho a personas lamentarse de que sus desarrolladores se marchan porque en otras empresas “les ofrecen cosas como el teletrabajo”. Con dos años de Pandemia a las espaldas, ¿realmente te puedes permitir dejar salir a profesionales digitales por no tener una política de teletrabajo? Ahí hay mucho camino que hacer, cuando los profesionales pueden elegir, tu competencia ya no son el resto de empresas de tu sector. Tu competencia es cualquier empresa en la que un profesional digital podría querer trabajar. Básicamente, todas. Incluso la que funde él mismo.

El tema de las condiciones es algo que por suerte para los trabajadores, tiende a “igualarse por arriba”. Cosas como la jornada intensiva en verano, la inversión en formación, tener tiempo para ir a conferencias, las tardes de los viernes libres, etc., acaban por ser universales. Las damos por sentadas.

No quiero parecer frívolo, pero estamos en un sector donde ya hay empresas como Cabify que están “regalando un viernes libre al mes” o planteándose las semanas de 4 días laborables. Recuerdo cuando Paradigma Digital anunció en 2017 la Jornada de 8 a 15 todo el año. Que vale que era algo opcional y que habría que ver la letra pequeña de si estaba permitida para las personas que trabajaban en cliente, o sólo para los que están en oficina. Pero eso fue en el año 2017. Y el resto de empresas del sector lo tenían complicado para competir con eso. ¿Cómo vas a competir con tener las tardes libres para estar con tu familia, para tu toy project, o para ir a entrenar?

La empresa como aspiración

También es cada vez más habitual descubrir que el prestigio o la reputación de una empresa en su mercado ya no es algo que atrae al telanto. Que hay una desafección entre la Marca como la perciben los clientes, y la Marca como la perciben los empleados. Por eso hablamos de la Employer Branding. La reputación, en sí misma ha dejado de ser algo que atrae al talento.

Lo que atrae a las personas con talento son los proyectos y los contextos que les hacen crecer. Y eso es una combinación de varios factores, como puede ser lo retador del problema a resolver, el impacto en la sociedad que tendrá el resultado, la tecnología que se va usar, o incluso los propios compañeros. Las personas inteligentes atraen a otras personas inteligentes.

Hasta el punto que es una tendencia cada vez más aceptada asumir que los profesionales digitales trabajan en «proyectos» y no en «empresas». Yo creo que eso ya lo sabíamos en MediaNet Software en el año 2013, y de ahí nace la visión de lo que es hoy una empresa como SNGULAR.

El tiempo de contratación

Todo esto hace que el tiempo de contratación se alargue. Como hay tantas oportunidades y la gente puede elegir, los equipos de People se las ven y se las desean para mover candidatos por el funnel de atracción y selección. Todo el mundo está trabajando, todo el mundo está en varios procesos, todo el mundo quiere tener varias ofertas, y todo el mundo quiere negociar. ¿Cuánto tiempo hace falta para cubrir una vacante? ¿De 6 a 8 semanas? ¿Y cuántas vacantes tienes? ¿Cuánto hace falta para formar un equipo?

El problema del tiempo de contratación hace que los ciclos de tensión se inviertan. La tensión se traduce de los clientes a las áreas de venta, de las áreas de venta a las áreas de operaciones, y de las áreas de operaciones a las áreas de People. Recuerda: lo que limita el crecimiento de las empresas es la escasez de personas. ¿Y quién consigue las personas? Todo el peso del negocio se traslada al equipo de People, porque su responsabilidad es conseguir que entren personas.

Sin embargo, ¿en cuántas empresas el equipo de People tiene el estatus y consideración de área clave? Tener estatus y consideración de área clave significa tener presupuestos, medios y capacidad de actuación. Es ser el motor del crecimiento. Los motores del crecimiento necesitan aceite y gasolina. Lo contrario es ser un centro de coste que se tiene que eficientar. En fin, hay sitios que siguen teniendo áreas de «Recursos Humanos». Igual que hay personas que siguen usando la palabra «Recurso» para referirse a una persona.

Recurso

2. m. Medio de cualquier clase que, en caso de necesidad, sirve para conseguir lo que se pretende.

Sinceramente, si ves a las personas como medios para conseguir tus fines, no te auguro mucho éxito en tus planes de crecimiento.

La rotación

Otro factor determinante. A veces me imagino el mercado laboral como un gran esquema de robo de antenas de coche. Las personas van saltando de empresa en empresa, de manera que los huecos de una se cubren con los profesionales que salen de otra. Cuyas vacantes se cubren sacando a otros de la siguiente. Y así de vuelta al principio.

Este tipo de cambios alimentan la inflación salarial. En un proceso por el cual, el salario de los trabajadores ya no está exclusivamente relacionado con su experiencia o su capacidad de aporte a una organización, sino porque se les necesita. Yo no digo que esté bien o que esté mal, es algo sobre lo que ya escribió Adam Smith en el siglo XVIII y sigue vigente, osea que debe ser cierto.

¿Pero qué significa? Significa que ya no existe un ciclo de aprendizaje, que se ha pervertido. ¿Qué es la senioriry? ¿Y cuánto se tarda en conseguir? En la vieja escuela, habíamos asumido que existía un ciclo temporal por el cual las personas se enfrentaban a problemas, los resolvían y al hacerlo, se producía un aprendizaje. Ese aprendizaje ocurría dentro de un equipo, de acuerdo. Que los maestros enseñan a los aprendices se sabe desde los Egipcios. Igual que lo de las pirámides.

Veníamos de un contexto donde el aprendizaje estaba vinculado a la capacidad para resolver problemas, y el valor determinado por la capacidad de resolver problemas cada vez más complejos. Eso iba haciendo “crecer” a los profesionales, bien porque su aportación era mayor, bien porque podían canalizar las aportaciones del resto.

Ese crecimiento solía vincularse a conceptos como responsabilidad o contribución, con su equivalencia a un salario. No es que la demanda y la rotación estén haciendo que se inflen artificialmente los salarios. Es que están inflando las seniorities. ¿Tiene sentido que la seniority de una persona aumente porque haya cambiado el nombre de la empresa que le paga la nómina? ¿Cambiar de trabajo aumenta tu capacidad de resolver problemas?

Desde luego, determina la capacidad de resolver un problema en concreto: el problema del Ser y del Estar. Eres un profesional digital y un día día te incorporas a una empresa; y alguien deja de tener el problema de la vacante sin cubrir. Puede que a cambio haya creado otros problemas. Puede que esté alimentando el problema de la asimetría en los salarios de la plantilla, en el que las personas que vienen tienen mejores condiciones que las de las personas que ya estaban. Como ocurre con los clientes de operadoras de telefonía. O el problema de poner a personas en posiciones para las que no están preparadas, y el impacto que tiene eso en la calidad.

Pero es lo que ocurre. Son las reglas del mercado. Y a eso es a lo que tenemos que jugar. Ahí fuera hay un montón de empresas compitiendo por las personas con talento, y cada vez que una empresa anuncia que va a crear miles de puestos de trabajo, o que va a implantar la semana de 4 días, todo se tambalea. ¿Es sostenible? ¿Es pensamiento a largo plazo? ¿Y a dónde nos lleva?

El Triunfo de Moss

Según por dónde lo mires, puedes pensar que estamos en una época maravillosa para trabajar en tecnología. También puedes verlo como un drama. El drama de tener inversiones aprobadas que no se pueden poner en marcha porque no están las personas que las hagan.

El crecimiento de los costes directos e indirectos de la contratación, unido a la dilatación de los tiempos de contratación tienen un impacto directo en los ciclos de rentabilidad de las inversiones. Las condiciones en las que se aprobaron no tienen nada que ver con el resultado, conceptos como rentabilidad o TIR se van al garete.

Es genial que todo apunte a que entramos en un ciclo donde los CEO de las empresas serán ingenieros, que vengan de las direcciones de tecnología; y no tanto de la dirección comercial o de la dirección de financiera. Carlos Torres, Presidente de BBVA es Ingeniero en Electrónica por el MIT y fue director del área de Banca Digital antes de ser Consejero Delegado. Los modelos de negocio digitales, los canales digitales, las operaciones digitales… Cada vez más los ingresos y la eficiencia en las operaciones requieren personas que las comprendan y las lideren.

Las competencias tecnológicas son hoy en día lo que estudiar inglés era en los años 90. Nadie duda que una carrera profesional de éxito requiere hablar inglés, aunque sorprendentemente en España el nivel de inglés es más bien tirando a bajo. En un mundo en el que la tecnología va a seguir siendo un habilitador de los negocios, la necesidad de adquirir competencias digitales va a ir a más.

Pero ahora en serio. ¿Cuántos años llevamos hablando de esto? ¿No estáis aburridos ya? Yo sí. He conseguido trazarlo hasta abril de 2013, cuando en Estados Unidos se rechazaba que hubiese un problema de escasez de perfiles STEM. Me resulta curioso que el motor de la economía mundial se haya convertido en un mercado de escasez. Con problemas de escasez y modelos de gestión de escasez. Se ha consumado el triunfo de Moss. Todos te quieren, Moss. Todos te respetan, Moss. Eres el Centro del Universo.

¿Dónde nos lleva esto? Para saber a dónde nos lleva, quizá sea bueno pensar de dónde viene. Tal vez se nos ha olvidado que en el año 2006, veníamos de algo que se llamó «La Burbuja de las Puntocom». Yo tengo todavía que pensar (y escribir) mucho sobre esto. Pero lo cierto es que esta situación yo ya la he vivido. Salarios disparados. Alta rotación. Escasez de profesionales. Y de repente crash. De repente, unos guionistas ingleses se inventan «The IT Crowd» para hacer una comedia sobre los pobres desgraciados que trabajan en informática.

Cuando ves esa serie con la óptica del año 2022, nada tiene sentido.

El mundo de la tecnología es a día de hoy un ejemplo de Océano Rojo. ¿Cómo hemos llegado a él? Quizá es que todos leemos los mismos libros, vemos las mismas charlas TED, estudiamos en las mismas escuelas de negocio, nos suscribimos a las mismas newsletter y seguimos a los mismos gurús. Por eso todos pensamos igual, llegamos a las mismas conclusiones y aplicamos las mismas soluciones. Si todo el mundo hace lo mismo, nada es diferente. En el mundo de los negocios se dice que o eres diferente o eres barato. En el de las personas, es al revés. Si no eres diferente, tienes que pagar más.

Lo que pasa es que si hay Océanos Rojos, también hay Océanos Azules. Pero estoy cansado y es tarde. Te hablaré de ellos otro día.

 

PS- Steve Miller y su banda quieren dar refuerzo positivo a todos los jóvenes y no tan jóvenes profesionales. Ante la duda, coge el dinero y corre. Sigo con mi compromiso de meter un temazo sobre el dinero en los post de la categoría «Money Talks»

El Año que Gamificamos Peligrosamente

El Año que Gamificamos Peligrosamente

Desde hace unas semanas soy miembro de ANAGAM, la Asociación Nacional de Gamificación & Marketing Digital. Es normal, MediaNet Software es la empresa que ha desarrollado la plataforma tecnologíca de BBVA Game, uno de los casos de éxito de Gamificación a nivel mundial. Así que después de dos años metido en el mundillo ya iba siendo hora de empezar a compartir todo lo que hemos aprendido.

Los ciclos de las tendencias de mercado están muy estudiados, aunque uno acaba teniendo la sensación de que cada vez son más cortos: el paso de la fase de Hype a la de desencanto es cada vez más rápido. Al final he llegado a la conclusión de que parte del problema es la venta de humo (vaporware) y la generación de expectativas infundadas (cantos de sirena).

Por eso veo fundamental que las empresas se acerquen a la innovación de la mano de profesionales de referencia, con trayectoria contrastada y casos de éxito, y  ese es el papel de una asociación profesional como ANAGAM: servir de referencia y punto de encuentro. Y además, hacerlo de manera independiente.

Para ANAGAM he escrito el artículo «El Año que Gamificamos Peligrosamente«, en el que precisamente hago un repaso de aspectos esenciales a tener en cuenta a la hora de que una empresa aborde un proyecto de Gamificación, con independencia de cuáles sean las dinámicas de juego que finalmente se implementen.

Os dejo a continuación el texto completo del artículo.

 

Jugad, jugad, malditos

En los años 90 todo era más difícil. Para saber si algo era una tendencia en el mundo de los negocios había que esperar a que se publicasen los estudios de Forrester Research o de Gartner Inc. o de IDC, que por lo general tardan meses en hacerse porque se basan en encuestas a decisores y demás, que luego unos analistas muy sesudos se pasaban otros meses revisando y sacando conclusiones, y al final se publicaba un informe que costaba un dineral. Ahora no hace falta: cualquiera con una herramienta de monitorización de hashtags o con Google Trends puede darse cuenta que hay un run-run en el ambiente, una especie de promesa, un Bálsamo de Fierabrás que va a solucionar todos los problemas de las empresas. Y se llama Gamificación.

Precisamente, los adivinos de Gartner dijeron en Noviembre de 2011 que este año, en 2014, más del 70% de las empresas del Global 2000 están trabajando en iniciativas de Gamificación. Recordemos que el Global 2000 es la lista que elabora la revista Forbes. Una empresa que sale en el Global 2000 de 2013 debía tener unas ventas mínimas de 3,89 billones de $ o unos beneficios de más de 230 millones de $. Lo cierto es que las empresas del Global 2000 suman una facturación de más de 38 trillones de dólares. Así que es normal que se genere cierta inquietud, si esa clase de empresas se han lanzado a gamificar sus procesos de negocio es porque la cosa va en serio.

Por ejemplo, Nike. Es una empresa que está en el número 343 de la lista Global 2000. Tiene más de 40.000 empleados, y unas ventas anuales de más de 25 billones de $. El caso Nike+ es un ejemplo claro de gamificación existosa. Nike+ es el resultado de una colaboración entre Nike y Apple; fue lanzada en el año 2006, y se integraba con el iPod. En 2010 salió el App, y se incluía preinstalada de serie en el sistema operativo iOS. A lo largo de diferentes versiones, Nike+ ha ido incorporando mecánicas de gamificación. Con Nike+ es posible definir objetivos de entrenamiento, recibir feedback, contrastar tu evolución a lo largo del tiempo, interactuar con amigos y otros corredores, etc. En Agosto de 2013 se estimaba que había más de 18 millones de usuarios registrados en Nike+. Por eso no es de extrañar que haya surgido un ecosistema de wearables en torno a Nike+ (FuelBand, SportWatch…) Y que los analistas de negocio estimen que sólo en 2011, las ventas de artículos de la categoría Running de Nike subieron un 30% (telita)

Es normal, dirás. Es Nike. Es una empresa del Global 2000. Su tagline es «Just Do It»: estaban condenados a lograrlo. Bueno. Endomondo es una empresa de 20 empleados, que se fundó en 2007, con un producto parecido. Con una mayor oferta de deportes, en Octubre de 2013 Endomondo tenía más de 20 millones de usuarios registrados, más de 1 billón de millas recorridas y en 2011 recibió 2,3 millones de dólares de VC

Badges Patches

Parches, medallas y pines siempre han servido para demostrar intereses comunes, pertenencia, estatus o desafíos superados (Imagen de jjay69)

Starbucks (Global 2000 número 605), Coca Cola (número 79), SAP (la 211), Accenture (la 318).. todas estas empresas han publicado casos de éxito de sus iniciativas de Gamificación. Hasta en España, como el caso de BBVA (número 91 del Global 2000) ¿Que los visitantes a tu web no se registran? Gamificación. ¿Que tus clientes no compran? Gamificación. ¿Que quieres potenciar el canal online? Gamificación. ¿Que tu call center no presta la atención que tus clientes merecen? Gamificación. Como dirían en el 1,2,3 «Aquí hemos venido a jugar«

Pues no.

Los peligros de la Gamificación

Un año después de enseñarnos las visiones de la Tierra Prometida del negocio de la Gamificación, los adivinos de Gartner hicieron una pequeña revisión de su predicciones. En 2012 afirmaban que este año, en 2014, el 80% de los proyectos de Gamificación estaráncondenados al fracaso. ¿Y qué más da lo que diga la gente de Gartner o de Forrester?, te preguntarás. Pues hombre, dar, no da lo mismo. Al fin y al cabo, un informe de un analista independiente es un arma terrible. Permite justificar cualquier necesidad de presupuesto, y lavarse las manos en cualquier fracaso («Eh, Gartner dijo que tal herramienta estaba en el Cuadrante Mágico arriba a la derecha» o «Eh, Gartner dijo que este año el CTO tenía que ahorrar llevando aplicaciones a la nube»). Además, un informe de un analista alimenta todo tipo de artículos en la prensa especializada. Que a su vez llevan a columnas de opinión de los gurús de la tribu. De las que acaban haciéndose eco en la prensa generalista. Y se convierten en cientos de miles de tweets, post en Facebook, artículos en LinkedIn…

Points

Los puntos ayudan a saber qué tal lo estamos haciendo, miden el progreso del jugador y permiten mantener marcadores (Imagen de CraigOppy)

Lo cierto es que todos estamos rodeados de aplicaciones que nos gamifican. Seamos o no «jugadores», quién más quién menos está familiarizado con los elementos externos de la Gamificación. Tenemos una tarjeta con la que acumulamos puntos cuando viajamos, y los puntos los podemos canjear por descuentos. O pasamos una tarjeta cuando pagamos en una cafetería, y sabemos que hasta que no acumulamos determinados puntos, la tarjeta no sube de nivel y se convierte en Oro. O hemos recibido invitaciones exclusivas con las que podemos invitar a que nuestros amigos se registren en un site de ventas privadas. Vemos que los puntos, las medallas y los rankings son elementos que nos resultan conocidos, que suelen formar parte de los sistemas de Gamificación que habitualmente se usan como ejemplo, y tendemos a reducir toda la solución a eso. ¿Que los visitantes a tu web no se registran? Dales algunas medallas que poner en su perfil y unos cuantos puntos por página que visitan y en dos meses estás conviertiendo al 15%. Si alguien te dice eso, huye.

De hecho, piensa en una aplicación que haya nacido con la Gamificación por bandera. Piensa en Foursquare. Con todas esas badges tan coloridas. Y todos los Majors que pululan por ahí. Y toda la gente haciendo checkins. Foursquare ha sido muchos años un ejemplo de Gamificación exitosa citado por analistas, opinólogos y profesores, hasta que el CEO de Foursquare, Dennis Crowley en persona, salió y dijo que en realidad estaba resultando un fracaso para su negocio. Porque los usuarios habían interpretado que Foursquare iba de hacer checkins, convertirse en Major y acumular medallas, y casualmente ese no era el objetivo de negocio de la empresa. Que precisamente esas mecánicas habían liquidado por completo el modo con el que Foursquare esperaba hacerdinero, que era conocer los interesesreales de sus usuarios para que locales, comercios y anunciantes pagasen por datos de calidad y segmentados. Y que los usuarios pudieran descubrir nuevos lugares de interés en lugar de quedarse siempre en el mismo para ser el Major.

¿Cómo fracasar en tu proyecto de Gamificación?

En general, fracasar en un proyecto de Gamificación es igual de fácil que fracasar en cualquier otro tipo de proyecto. Para cagarla, sólo tienes que seguir algunas reglas básicas:

  • Olvídate de tus objetivos de negocio. «Lo importante es que esto sea colorido y la gente se divierta. ¿Para qué definir cómo esperas que impacte el proyecto en los objetivos de tu empresa o departamento? Si haces un proyecto de Gamificación los usuarios vendrán como la miel, tus empleados trabajarán felices, todo el mundo se divertirá y cuando la gente se divierte, las cosas funcionan por sí mismas.» La realidad es que como cualquier inversión empresarial, tu proyecto se hace con un motivo que puede traducirse en términos tan poco abstractos como «aumento de ventas», «reducción de costes», «incremento de usuarios registrados», «reducción de plazos de entrega», «notoriedad de la marca» y demás. Es más: si trabajas en una empresa privada y tienes un presupuesto a tu cargo seguro que ya estás acostumbrado a explicar el ROI de tu proyecto.
  • No definas métricas, ni tengas claro cómo medirlas. «Reconócelo: medir es aburrido. Es para los contables. Definir indicadores que te permitan relacionar cómo impacta el desarrollo del sistema en tus objetivos de negocio es algo inherentemente girs. Ni que estuviésemos montando un ERP. Si la gente se divierte y juega es señal de que las cosas funcionan, y si las cosas funcionan esto acabará por tener sentido.» Por desgracia hace más de 60 años que escuchamos el mantra de que hay que medir para sacar conclusiones y poder mejorar. No tiene sentido definir unos objetivos para un sistema si no tienes claro cómo vas a comprobar si los estás o no consiguiendo. Así que define unas métricas, y asegura que el sistema va a recolectar los datos inequívocos que te permitirán calcular tus indicadores. Por ejemplo, si crees que un proyecto de Gamificación va a permitirte reducir el coste de adquisición de usuarios (CAC), necesitas poder calcular cuánto te cuesta cada usuario que entra a través de la campaña.
  • No adaptes tu sistema a los resultados de las métricas. «Puede que hayas definido cómo esperas que el sistema gamificado impacte en tus objetivos de negocio. Puede que tengas un puñado de métricas y te hayas asegurado que el sistema obtiene los datos que necesitas para calcularlas. Pero lo que no tiene sentido es andar rehaciendo esto cada dos por tres para ajustar aquello que no funciona, menuda pérdida de tiempo.» Nada más lejos de la realidad. ¿Recordáis que Foursquare había decido dar un giro a cómo aplicaba la Gamificación a su negocio? Pues entre Diciembre de 2013 y Febrero de 2014 ha recibido 40 millones de $ de VC, incluyendo 15 millones de Microsoft.
Levels

Los niveles son una forma de medir la progresión del jugador, y hacer que mantenga su compromiso a través de la evolución del juego (Imagen de Khem)

Sin embargo, tener claros los tres puntos anteriores son condición necesaria pero no suficiente. Recordemos que la Gamificación consiste en aplicar técnicas de juego en ambientes no lúdicos para potenciar el compromiso de los usuarios. Es posible que un proyecto perfectamente definido desde un punto de vista de negocio falle a la hora de implementar los aspectos relacionados con el juego:

  • Tiraniza a tus usuarios. «Gamificar es conseguir que las personas se diviertan haciendo tareas rutinarias y aburridas que no les aportan valor». Bueno, eso lo que es es un milagro. Si eres consciente de que esas tareas rutinarias y aburridas no aportan valor a las personas ¿te has planteado que quizá el problema no sean las personas sino las tareas?
  • Convierte el juego en el negocio. «El juego es un fin en sí mismo». Recuerda que el juego no es un fin, es el medio con el que conseguir unos objetivos de negocio. Adquisición de clientes, por ejemplo. Si tu juego no está consiguiendo usuarios registrados, puede que tus jugadores se lo estén pasando muy bien y vivan experiencias memorables pero no estás consiguiendo usuarios registrados.
  • Mete a tus jugadores en la Thermomix. «A todo el mundo le gusta ser el número 1″. En realidad no, en realidad cada persona tiene formas difererentes de comportarse, y de encontrar los motivos por los que realiza las actividades que realiza. Cualquier sistema dirigido a personas (ya sea una nueva serie de televisión o una app para el móvil) requiere un estudio de su audiencia. ¿A quién se dirige tu juego? Conoce a tus usuarios, sus motivaciones y cómo les aportas valor a la hora de diseñar tus dinámicas de Gamificación.
  • Improvisa con las recompensas. «Cuando el juego no avanza, siempre podemos crear otra chapa». Convertir tu sistema en una máquina de incentivos y recompensas es un riesgo. Significa que los jugadores sólo están encontrando la motivación para implicarse en él por factores externos (hago esto porque me dan aquello). Pero bueno, en un determinado contexto es posible que puedas correr ese riesgo. Eso no quita para que si estructuras un sistema en torno a recompensas, tienes que definir claramente el valor que aportan a los jugadores. Y ese valor puede ser intangible, pero también tangible. El equilibrio entre ambos es delicado, y jugar a la improvisación pueder terminar por hundir tu sistema.
  • Abandona a tus jugadores. «Si se van, que se vayan, que ya volverán». No es cierto. Una de las mayores preocupaciones de los que nos dedicamos a los negocios digitales es la facilidad con la que las personas se caen por el camino del túnel de compra. Arquitecturas de información difíciles de entender, navegación confusa, costes ocultos, todo eso acaba por hacer que una oportunidad de venta se convierta en un carrito abandonado. Con tu proyecto de Gamificación pasa exactamente lo mismo, aunque en otro nivel. No lo vas a llamar conversión, lo vas a llamar compromiso; pero el concepto es el mismo. Requiere que pienses en cómo vas a conseguir que los jugadores participen, y cómo vas a reaccionar si no lo hacen.
Ranking

Clasificar a los jugadores en un ranking permite que puedan comparar su progreso con el de otros, conocidos o no (Imagen de archangel 12)

El Año que Gamificamos Peligrosamente

Sin embargo, entre todos los aspectos que pueden poner en entredicho tu iniciativa de Gamificación, yo destacaría dos. Por un lado, la incapacidad de definir el Retorno de la  Inversión: básicamente, no saber para qué se está haciendo el proyecto, ni el impacto en el negocio que va a tener. Garantía de fracaso total. Y por otra parte, no ser capaz de hacer el diseño del juego adecuado.

Desde mi punto de vista, el éxito de un proyecto de Gamificación pasa por lograr los objetivos de negocio porque los jugadores  participan en dinámicas que les aportan un valor en sí mismas, y utilizar factores de motivación externa para mantener su compromiso con el juego.

Por eso es clave involucrar en el proyecto personas que puedan conjugar ambos mundos: expertos en el negocio y expertos en el diseño de dinámicas de Gamificación. Aunque parece una trivialidad, por desgracia para el 80% de las empresas 2014 será El Año que Gamificamos Peligrosamente.

 

Lecciones para políticos durante la Crisis: mantened las apariencias

Doc aparece con un Lamborghini Countach rojo sangre (…) A John le molesta, porque los polis odian tales muestras de ostentación. Los incorruptibles piensan que les estás restregando las ganancias por las narices (…) a los de la división no les gusta que hagas alarde porque los ciudadanos ven lo que consideran traficantes de drogas completamente a su aire (…) los polis que tienes comprados te ven conduciendo un carro de 300.000$ y piensan que a lo mejor no les estás pagando lo suficiente.

Don Winslow, «Los Reyes de lo Cool», Ed. Mondadori